He de decir que no la veía desde hace mucho tiempo, tal vez más de la mitad de mi vida cuando todavía era un niño y no llegaba a comprender la dimensión de esta obra artística que nos cuenta la historia de Pocahontas, hija del jefe indio Powhatan basada en la real princesa indígena de la tribu de los indios nativos norteamericanos llamada Matoaka.
Pocahontas se muestra un poco decepcionada y confundida con su destino ya que su padre la había comprometido con Kocoum, uno de los guerreros más fuertes de la tribu. Pero su espíritu de aventura la lleva a marcharse a caminar sola por las tierras vírgenes hasta toparse con un desconocido John Smith, el cuál es un capitán del navío enviado desde el imperio británico para conquistar aquellas tierras y conseguir el tan ansiado oro que ya había hecho famosos a los españoles unos pocos años antes. Durante la película vemos como tanto Pocahontas como John Smith tratan de evitar un conflicto innecesario hasta finalmente conseguirlo.
Sin duda es una de las películas de Disney que mejor impresión y mejor valoradas tengo, personalmente la considero la mejor junto con Mulan.
Retomando el tema del titular de esta entrada tengo que decir que yo siempre había tenido ese espíritu curioso y aventurero, recuerdo cuando era pequeño y veía los aviones pasar por el aeropuerto de Málaga cerca del cual solía veranear y siempre pensaba que algún día yo iría en uno de esos a conocer otros lugares, a descubrir otras culturas, a aprender y enseñar, a vivir expereiencias inolvidables, hasta que finalmente logré subir a uno de esas grandes máquinas y víví aquello con gran pasión y espectativa, en aquella ocasión viajé a Londres y me sorprendió muy positivamente, ver el palacio de Westminster, oír el sonido del reloj Big Ben o pasear por aquellas calles llenas de historia e historias son una de las mejores experiencias de mi vida.
Despúes de aquello pasé por una etapa mala anímicamente y volví a salir, esta vez viajé a Barcelona donde cogí un curcero para conocer Baleares, Italia y Francia pero apenas lo disfruté y sentía que estaba perdiendo el tiempo porque no me dejó centrarme en los estudios que quería finalizar aquel año (2º de Bachillerato) los que hayáis pasado por ahí sabréis que es uno de los años más tensos con la selectividad al final, ya que nadie quiere fallar.
Los años posteriores pasaron y los pasé a penas sin ilusión por la vida (aunque resulte extraño en mí) pero finalmente llegó este año. El año en el que por fín tengo un proyecto, una ilusión y salió un nuevo viaje, un nuevo lugar por descubrir (Viena) y espero que la cosa no acabe ahí y pueda volver a salir a volar y regresar con nuevas historias porque de todo se aprende y de este largo camino he aprendido que la vida es mucho más que una espectativa, es una esperanza, es conocimiento por algo desconocido, es pasión por un nuevo camino y es mucho más, en la vida encontramos ocasiones que ni siquiera podemos describir porque son únicas y quiero que mi vida vuelva a estar llena de ilusión igual que cuando era niño y desde la playa en un anochecer veía aquellos aviones.
La película de Pocahontas la volvií a ver por casualidad la semana pasada pero es la chispa que necesitaba para volver a sentir todo eso y desde ahora espero no volver a perder el espíritu por la vida. Gracias Pocahontas por haberme ayudado a reflexionar y mejorar y Gracias a tí, lector por haber llegado hasta aquí, espero que tú al igual que ella y que yo también tengas fuerza necesaria para afrontar un nuevo camino por descubrir, un abrazo - Felipe Akai.
